Por humildes que seamos, siempre hay alguien que envidia algo de lo que tenemos. Una costumbre campesina antigua era preparar un pan con harina, agua, sal y un poco de levadura, que se dejaba junto a unas espigas en la cocina, para asegurarse de que no faltasen los alimentos.
Por otro lado, si el ama de casa sospechaba que su hogar era víctima de la envidia, lo que hacia era abrir el pan y le colocaba dentro una llave vieja y una cinta roja, para que se cerrasen todos los caminos de aquellos que les deseaban el mal.
Para hacer este hechizo hoy, no es necesario amasar el pan, aunque pude hacerlo si lo desea. Bastará con comprar uno de abundante miga y lo más casero posible.
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